O como montarse una erasmus en Francia

domingo, 1 de marzo de 2009

el cumpleaños de Yan

Era la primera noche que salíamos después de las vacaciones. Yo venía de estar enfermo porque en mi vuelta de Italia pisé nuevamente Bélgica, ese país tan odiado (y cada día más) y tan acabado, y me quedé frío al sentarme en un parque a comer un bocata. El resultado fueron dos días en la cama con fiebre, pero bueno todo eso ya pasó.
El caso es que era el cumpleaños de Yan y lo fuimos a celebrar cenando a la fondue que está debajo de mi casa. La verdad es que estuvo mejor que la otra vez que fui, todo resacoso. Y fue entre queso, carne y chocolate donde empezó la locura de aquella noche. El vino comenzó a hacer su efecto entre las masas y con ese furor nos lanzamos hasta la plaza de Saint Pierre en busca de un lugar para beber más. Yo me mantuve al margen eta vez, por el tema de no mezclar medicamentos y alcohol y tal, sé que muchos no me creereis pero juro que es cierto. El caso es que estando sentados Cristina Leyre y yo en la plaza bebiendo (ellas, insisto) una botella de vino se nos acercó uno a pedirnos speed. Cortesmente le despachamos sin sospechar que aquel era el más normal de todos los personajes que nos encontraríamos esa noche.
Al rato se acercaron dos personas de raza magrebí (lo que hay que hacer para no decir moro, por si ofende ya sabéis) a charlar amigablemente con nosotros. Bueno, uno, argelino, insistía en acompañar a una de las chicas a casa mientras el otro, Tunecino, me contaba la historia de Aníbal y los elefantes. De repente y sin venir a cuento, me pregunto que si en España había muchas mujeres vírgenes, que él necesitaba una mujer virgen para casarse. Entonces Cristina tuvo la "brillante" idea de decir algo así como que en España estamos mas evolucionados. Total, el hijo de Aníbal (así se daba a conocer el chaval) se marcho algo enfurecido diciendo que so los españoles somos racistas y no sé qué más.
Escapamos yendo hacia el bar Basque, y allí encontramos a gran parte de los amigos que no habían ido a la cena con lo cual creímos estar salvados pero no, apareció un grupo de españoles que salió de la nada de los cuales se destacó enseguida un gilipollas andaluz que me decía a la vez que se rasgaba un ojo con la mano "tengo cara de chino o qué? porque yo tengo de chino lo que esa de sevillana". La verdad es que se había ganado una ostia gigante y lo pero no era eso, es que se pensaba que tenía gracia, asi que lo mejor era no hacerle caso. Error monumental, porque eso sólo hacía crecer su "gracia" y su "arte" andaluz e insistía en su broma. Alfinal le mande a la mierda y aunque el quería insistir más aún la sesatez de alguno de sus amigos vio el rídiculo que estaba haciendo y se lo llevó.
Más adelante y después de que Leyre hablase en inglés con un francés, nos cruzamos de nuevo con nuestros antiguos amigos magrebíes-que-no-moros que nos brindaron una hermosa mirada de odio. Y justo antes de llegar a Capitole con una señora con gafas de sol que llevaba la radio a todo volumen pero sin sintonizar ninguna emisora, solo el pitido que queda entre estación y estación.
Al llegar a la plaza de Capitole pensamos estar ya salvados, pero aparecieron Javi y Néstor en bicicleta cantando y dando vueltas en círculo a nuestro alrededor, lo cual les valió el mote de "los tiburones". Uno cantaba canciones sobre reyes catalanes de la edad media, el otro ni lo sé. pero era como para volverse locos.
Cuando llegamos ya a la puerta del Shangay pensamos que nada peor podría suceder, hasta que Leyre se puso a ayudar gentilmente al hombre que vende bocadillos pregonándolo por toda la calle y Néstor salía corriendo detrás de Francesco, un italiano que se llevaba su bici, con la cadena antirrobo en plan amenazante. Yo quería irme a casa, la gente estaba algo alcoholizada e insoportable en muchos casos, pero hasta las 5h no pude reposar mis huesos en la cama... había pasado tanto esa noche